jueves, 5 de marzo de 2020

semblanza a la casona de los Tomkimson


Semblanza a la casa de los Tomkimson

  En Malli I, Andalgalá, se encuentra dos construcciones históricas de gran valor: La casa de los Tomkinson y la bodega de Samuel Lafone Quevedo. Hoy solamente son vestigios que nos cuentan historias o, por los menos, nos ayudan a imaginar de cómo fue la vida a finales siglo XIX y al comienzo del siglo XX.
  La casona de los Tomkismon es una construcción de modelo colonial, con muros espesos, habitaciones amplias, construidos sobre una sola planta, y techo alto. El living, hoy destechado, posee una chimenea hollinada que pareció ser el lugar donde la familia convocaba a sus amistades a reunirse. Estar allí, imaginándose el pasado, es como contemplar una pintura de Pierre Reonir, o de algún pintor impresionista. Se puede apreciar, como si se tratara de objetos fantasmagórico, a unos mesones y sillones de algarrobo cubiertos por tapices y alfombras indígenas. Las paredes conservan las estelas de los cuadros de algún pintor desconocido de Europa o de la patria grande. Seguramente, allí, las bibliotecas poseían libros lujosos de tapas duras o de cuero, las hojas, perfumadas, escritas con letras cursivas, y, quizás, algunos manuscritos originales. Posiblemente había allí algunos tomos de libros de Lafontaine, Isopo, Platón o Schopenhauer, material bibliográfico que la familia o allegados los utilizaban para la lectura de formación o de goce. ¿Qué habrá habido realmente en esa casa que una vez fue lujo y hoy solamente son escombros?


Casona de los Tomkinson (imagen arriba- exterior. imagen abajo- interior)
Archivo Andalgalá noticia
                                           
    Siguiendo por el camino arenoso y a pocos metros de la antigua casona se encuentra los restos de la bodega de Samuel Lafone Quevedo. De aquella queda solamente una pared que da a la calle. Ella posee dos inscripciones: las siglas de quien fue el propietario “SALQ”; y una fecha: “1888”.  El bodegón parece que estuvo rodeado por un campo verde, a veces seco y grisáceo, lleno de algarrobos vitalizados por el sol, unas acequias enverdecidas por el musgo donde el agua corre hasta llegar a las hortalizas y viñedos; y, sobre todo, con una mirada al imponente al condado de Aconquija.
   Si uno recorriera ese camino arenoso y se detuviera a observar las sombras colándose entremedio de la arboleda y las paredes de aquellas antiguas construcciones, se puede percibir, imaginariamente, el aroma de los vinos añejos y el olor a carpintería, u oírse el ruido de la herrería o los pasos de quienes que se dedicaban a las curtiembres, a las tejedurías, entre otros oficios.          

Bodega de Samuel Lafone Quevedo
(Archivo Secretaria de Cultura de Andalgalá)

  Entre la casona y la bodega, seguramente, los Tómkinson con Samuel Lafone Quevedo y Ricardo Quevedo Blamey Lafone conversaban sobre música clásica o interpretaban a compositores como Haydn, Gounod, Mendelssohn, Haendel, Boccherini, Verdi, Schubert, o Straus.  Probablemente esos encuentros en medio de un paisaje fascinante inspiraron al embajador y compositor Blamey a componer obras como “Escenas de Catamarca”, o “Andalgalá”; esta última, vale comentar, se escuchó por primera vez en Londres en 1932, fue dirigida por Sir Henry Pitt, transmitido por la BBC a Argentina varias veces, y se presentó en muchas ciudades alemanas antes de la guerra mundial.
   Caminar por esa estampa, donde un camino viejo, arenoso, despoblado,  ambientado por el canto de los pájaros que musicalizan el momento sublime en que el sol se esconde detrás de las montañas grisáceas, azuladas o verdosas, dependiendo como el aire las pinte, es sentirse dentro de una pintura naturalista. Estar en medio de estas construcciones que esconden entre sus escombros y recovecos fragmentos de la historia, nos ayudan a recrear el pasado o, al menos, imaginarlo.


Articulo publicado en la revista: Mal de ojo- Nº 2
                                                            
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