Lo que hice para encontrarla
Rugí salvajemente, manoteaba
los barrotes y al candado de la jaula, con la esperanza de poder escapar. Use
toda mi fuerza como si fuera Sansón. Insistí hasta lograr abrir las rejas de la
jaula. Luego salí detrás de aquellos maleantes que me han separado de mi madre.
Corrí varios kilómetros renunciando el buen porvenir que me prometían. Corrí y
corrí sin parar. Solamente me guiaba por rastrear su olor. Corrí hasta que
llegué. El baldío seguía igual. Mientras más me acercaba a ella, la ira se
apaciguaba. Y apenas sentí sus manos volví a ser un gatito que mueve
alegremente su rabo.
Última vida
Siempre admiraba su belleza. Era una deidad
agitando su sensual silueta a la luz de la luna. Sabía que ninguna flor, ni la
más rara avis codiciada podrían enamorarla. Entre los techados y las tapias se
rumoreó que nadie logró conquistarla, porque quien se animó perdió su vida y
también sucedería lo mismo quien se atreviera a ganar su corazón. Ésta
superstición no me causó miedo. Durante meses me llené de coraje hasta que
decidí acercarme a ella para enamorarla. Lamentablemente fracasé siete veces, y
por esa estúpida causa perdí mi vida por completo. Ahora estoy volando con
otros felinos en el cielo.
La venganza
Apenas llegó a casa nuestras
vidas se fueron quedando sin alimentos. ¡Y eso que hemos tratado de ser cordial con él, pero fue en
vano! Día a día nos atacaba, nos maltrataba hasta nos asesinaba. La familia
galardonaba sus acciones cantándole: “Si se puede”. Nosotros, cansados de esos
flagelos decidimos cobrar venganza. Nos organizamos, lo atacamos como pudimos,
hasta que él no pudo soportar y se terminó desplomando en el piso. Enloquecidos
como caníbales danzando en un rito mortal, hicimos que la casa llorará
desconsoladamente y el barrio sintiera el olor a pelo y la carne quemada del
gato señor Fold.