miércoles, 5 de octubre de 2022

El hombre que se volvio Fauno

 La revista De la tripa, publicó en el mes de septiembre la reseña que realicé para el libro Hamacas del escritor Maximiliano Guzmán. Aquí comparto el artículo completo.




                Hamacas, primera novela del escritor Maximiliano Guzmán publicada por la editorial Zona Borde, es una obra que desde las primeras páginas deja al lector sin respiración y absorto, porque allí se encuentra la confesión de un pedófilo. Pero no es una confesión cualquiera y frívola. Se trata más bien de un relato en la que el narrador omnisciente da a conocer cada detalle de la vida del protagonista principal, y la cuenta pintándola poéticamente. Este narrador también involucra y reproduce lo que dice el protagonista con el fin de darle esa fuerza necesaria para presentar las malas intenciones y el dolor de quien es rechazado por la sociedad. Este intercambio de voces permiten comprender las conductas de aquel ser miserable y despreciado que vivió un infierno por parte de su padre maltratador - también pedófilo- y con una madre cómplice de las aberraciones que marcaron la piel cuando apenas era un niño. Si bien los progenitores están muertos, le siguen apareciendo al Hombre (se lo denomina así porque al protagonista principal no se le conoce su nombre porque esconde su identidad) como los fantasmas una condena sin fin.

                 Capitulo tras capitulo podemos ver que el Hombre pasa todas las tardes en la plaza esperando que su pequeña presa se arrime para saltarle al ataque pero también la pelea interna que él vive día tras día para evitar llevar a cabo otra perversión más. Mediante esa lucha se observa que él no es el dueño de ese acto violento, sino más bien el impulso de su padre muerto. 

Maximiliano muestra mediante ésta ficción que, muchas veces, el mal se origina a partir de otro mal, y que puede estar a la vuelta de la casa de cualquiera, en la plaza del barrio, o en la misma casa.

                El protagonista de la novela además de vivir en un ambiente calamitoso no pierde la fe de que el amor lo redimirá, pero cuando le llega esa ocasión reconoce que no es digno y de que nunca podrá liberarse de las cadenas que lo tienen apretado a su horroroso pasado y al cruel vicio de acosar a los niños y niñas que juegan en la plaza.

                Otra característica atrapante de la novela es la metamorfosis del protagonista: el Hombre de a poco se va convirtiendo en un fauno. Y en este sentido, la imagen de dicho animal mitológico juega un rol primordial para realizar una reescritura en la que se lo ubica en un lugar nefasto. El Fauno, en este sentido, es representado como un ser salvaje que vive escondido en el monte esperando a su víctima para aumentar a su ganado, pero más que escondido en el monte está sentado un banco observando como un cazador a las madres con sus crías, o parado cerca de la hamaca donde un infante se recrea. Podemos decir - desde esta mirada- que el protagonista es la bestia humana creada por ascendientes del inframundo. Este Hombre Fauno no puede ni podrá salir de su propio laberinto: la oscuridad de su propia vida.     

                En los veinte capítulos que conforman la novela Hamacas, Maximiliano no cae en sensiblerías y mantiene el ritmo de una prosa potente y el color que generan ciertas incomodidad a quienes no se atreven o simplemente no pueden explorar a fondo una mente perversa. Tampoco presenta una prosa sentenciosa. Cada párrafo teje con precisión un paseo por la cabeza de un ser que se volvió detestable por culpas ajenas. Es una novela que no necesita ser rebuscada ni compleja, porque toda la crueldad que posee la vuelve riesgosa y digna de leerla.