Andalgalá un pueblo que lucha en contra la megaminería para preservar el agua, los cerros y el bien estar de la comunidad, por eso esta poesía.
La resistencia
Desde que descubrieron
los negros minerales
que esconde la madre tierra
en sus entrañas
no dejaron sus mascaras
y quisieron comprar al pueblo
con espejitos de colores.
No les importó
que la brutalidad con que extraen
los metales de la tierra
pudrió el aliento sereno de las montañas,
profanaron la virginidad del agua
desterraron al monte originario
del suelo yermo
y entre nosotros
el dolor se volvió arisco.
Aun duele la sed y el hambre,
ver a la tierra machucada
por las cachiporras del poder.
Nada calma a semejante dolor.
Arrojemos piedras desde las lagunas
formadas por los llantos de nuestros antepasados
para ahuyentar a los lobos
que roban y mercantilizan
nuestras riquezas,
el pan y vino.
No existe oración milagrosa
para que la vida eyacule
sobre esta tierra,
velada por las maquinarias
de las guerras y del cáncer.
Por más que cierren las puertas
no nos entregaremos al oro
porque nuestras raíces
beberán del vino sin cianuro.
Al abrazarnos
seremos tallos acorralando al enemigo
con las fuerzas que nos da la tierra,
y las fibras de las frutas salvadas
nos ayudaran a encontrar
la victoria indomable.
Por el agua
nuestras voces tienen eco
y el horizonte
se funda en los ríos inacabables.
Los puños,
con sus diferentes texturas,
se multiplican conscientemente.
Arrasadores ilegales de sueños,
no jugaremos la última ronda,
no nos detendrán
porque somos protones
venciendo la oscuridad.
Sepan, inquisidores,
somos la resistencia.
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